El paso que hay que dar hacia la transición energética requiere hablar más allá de la generación eléctrica y tener en cuenta la demanda.
En Colombia, la mayor parte de la generación eléctrica proviene de fuentes renovables, como la hidráulica. Es decir, el país cuenta con una de las matrices de producción más limpias. Pero si bien en años recientes se ha hecho especial hincapié en integrar otras tecnologías renovables no convencionales como la solar y la eólica, hasta el momento su participación en el sector todavía es menor.
De acuerdo con el último reporte de XM, regulador del mercado energético, entre enero y el 10 de septiembre de este año el 84,3% de la energía generada provino de fuentes renovables, principalmente de hidroeléctricas, y el restante 15,7% lo hizo de las no renovables, como las plantas térmicas.
En su periodo, el gobierno del expresidente Iván Duque promovió una serie de subastas y otras medidas para una mayor implementación de energías limpias. Ello se ve reflejado en que, de acuerdo con datos de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), entre el 2022 y el 2027 se estima que entren 16 gigavatios (GW) de capacidad instalada.
Esto representa casi el doble de la matriz actual (que es de poco más de 17 gigavatios) y de la cual la gran mayoría corresponde a energías renovables. De ellas, el 62% del total asignado corresponde a energía solar, 17%a la hidráulica y otro 17% a la eólica.
Ahora bien, cuando se habla del sector energético hay que tener en cuenta que por una parte está la matriz de generación y por otra la de demanda. En esta segunda, además de electricidad, se consideran otras fuentes de energía como por ejemplo los combustibles carburantes para motores.
Según el Plan Energético Nacional 2020-2050 de la Unidad de Planeación Minero Energética, la demanda energética del 2018 era mayoritariamente de fuente fósil: mezcla diésel (21%), mezcla gasolina (18%), electricidad (17%) y gas (16%). Es decir, 55% tenía aún un origen fósil, cifra que mostraba en ese año un avance sustancial en cuanto a transición si se tiene en cuenta que, en 1975, el 41% de la demanda se generaba con leña.
“Precisamente, uno de los grandes cambios es que el país ahora consume menos leña, gracias a la masificación del gas natural”, señala Flover Rodríguez, director de la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos del Petróleo (ACGGP). Sin embargo, el reto en esta materia aún está relacionado con los combustibles que representan la mayoría del consumo.
El peso relativo de las diferentes fuentes de energía muestra que Colombia esto da vía fuertemente dependiente de energéticos fósiles, lo que genera otra preocupación relacionada con que el índice de vida de sus reservas ha ido decayendo.
GermánCorredor, director de SER Colombia, asegura por su parte que, al 2026, entre un 15% y 20% de la matriz puede provenir de las energías solar y eólica en lugar del actual poco más de 1% conectado. Sin embargo, son los combustibles ‘despachables ’los que mayor confiabilidad brindan.
Por ejemplo, en épocas de escasez, las plantas térmicas entran a funcionar, con lo que ‘se despacha’ la energía que se requiere en las cantidades necesarias. Para el caso de las renovables, esto se puede lograr con el uso de baterías que almacenen la energía y la inyecten al sistema cuando sea requerido.